Sobre heroínas urbanas e historias máximas
Una de las características que nos distingue a las mujeres es nuestra exquisita sensibilidad para percibir nuestro cosmos único e individual. Nuestras emociones nunca están separadas de nuestras sensaciones físicas.
A lo largo de nuestras vidas, la mayoría de nosotras queremos hacernos cargo de resolver todos los problemas de este mundo. Desde lo micro individual (alguien cercano que tiene dolor de cabeza) hasta los problemas más complejos de la historia de la humanidad.
Escribo estas líneas porque a veces determinados hechos fortuitos se convierten en afortunados. Hay una palabra que describe este fenómeno, y como suele suceder en estos casos aún no encuentra su vocablo en la lengua española: serendipity. A ver, hagamos el intento. Si voy a cualquier diccionario inglés- español, me encuentro que serendipity es algo así como “descubrir algo por casualidad”. Mmmmm, no me alcanza. Hoy quiero hablar de algo más profundo. Sigo buscando: “coincidencia”… No, todavía no. “Fortuna”… más o menos. “Suerte”… lejos, lejos.
¡Eureka! Miren lo que encontré: “Descubrimiento fortuito de algo muy bello”. ¡Claro que sí! Esto es lo que ando buscando. De este fenómeno quiero hablarles hoy.
Cuántas veces en nuestras vidas nos cruzamos con personas a las que no prestamos atención, cuántas veces no dedicamos un segundo de nuestras horas imposibles a tratar de entender lo que está en el corazoncito de un rostro preocupado. Cuántas veces nos propusimos y nos prometimos cambiar esa actitud de indiferencia.
Hoy me contaron una historia bellísima, que por respeto a la protagonista no voy a relatar (y además porque tengo miedo de ser políticamente incorrecta en mi relato). Pero lo que sí voy a hacer es intentar transmitir en palabras todas las sensaciones que inundaron mi existencia.
Se trata de mujeres que piensan en mujeres, pero fundamentalmente se trata de mujeres que no tienen registro de su propia adversidad y se abren paso en este mundo pese a todo y a todos.
Se trata de una mujer en particular que atravesó una multitud y sin saber siquiera cuál es el nombre técnico para lo que hizo, elaboró rápidamente un “elevator’s pitch” frente a una persona que podía cambiar su porvenir. Pero se trata también de la mujer que por invitación del increpado le dio la oportunidad de oro que necesitaba. De hecho esta última es la que hoy me contó la historia completa.
Y finalmente, y acá es en donde entro yo por serendipia (¿puedo inventar esta palabra?) termino años más tarde cruzándome a esta gran mujer en la peluquería. Qué se yo por qué entré en la conversación, pero resulta que esta persona maravillosa me dice que hace rato que quería hablar conmigo (what?) y que agradecía que justo en ese momento yo estuviera ahí, porque se pudo ahorrar toda una cadena de contactos que tenía que tocar para llegar a mí. Please! ¿Quién soy yo? En el momento morí de vergüenza frente a las demás tipas que me miraban como para pedirme un autógrafo, porque no sabían si se perdían de conocer a alguna personalidad mediática.
Y hoy de casualidad me vengo a enterar de la historia completa: harta de estar en su zona de confort, cansada de trabajar en una gran institución que en muchos aspectos es como la panza de mamá, la heroína en cuestión está buscando abrirse un rumbo nuevo y se dedica a pensar su emprendimiento propio.
La razón por la que quería hablar conmigo es por mi experiencia emprendedora, que parece que se está transformando en una leyenda urbana en el mundo profesional al que pertenezco. Está bien, si puedo ayudar a que más y más personas se inspiren y puedan transformar sus realidades, me hago cargo. Pero no se trata de mí, que quede claro. Se trata del inmenso esfuerzo que hay que invertir para transformar las experiencias negativas en experiencias de vida.
Y la razón por la que me conmovió tanto esta historia, es justamente porque en este preciso momento, lo único malo que ella quiere transformar es la comodidad que pudo alcanzar gracias a aquel “elevator’s pitch” elaborado serendípicamente (otra vez yo inventando palabras) hace muchos años.
Que la vida jamás deje de premiar el mérito de quienes se rompen el alma para transformar sus realidades. Y que no se nos olvide.
Me despido con esta simple frase de un poema increíble de John Donne: “No man is an island, entire of itself”.
Lü, impecable relato. Hay tanta gente quejosa, siempre buscando la culpa en los otros por lo que ni siquieran intentan que… no puedo menos que observar el abrumador contraste con la heroína de tu historia. Celebro tu frase: «que la vida jamás deje de premiar el mérito de quienes se rompen el alma para transformar sus realidades». Sólo me vienen a la memoria la invitación a Honrar la Vida de Eladia Blazquez. Va la letra completa, de recortarla, como el océano de Madre Teresa de Calcuta, estaría incompleta:
No
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida.
Merecer la vida no es callar ni consentir
Tantas injusticias repetidas
Es una virtud, es dignidad
Y es la actitud de identidad
Mas definida.
Eso de durar y transcurrir
No nos da derecho a presumir
Por que no es lo mismo que vivir
Honrar la vida.
No
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida
Merecer la vida es erguirse vertical
Más allá del mal, de las caídas
Es igual que darle a la verdad
Y a nuestra propia libertad
La bienvenida.
Cheers, ale.
Me encantó, claramente hay una escasez de comprensión en la mirada para ver más allá del éxito y ahondar en el esfuerzo.
Pero cuanta magia, querida amiga, en el momento…
Y por ahí el mundo sería un mejor lugar si todos invirtiéramos en transformar lo negativo en algo mágico.
Congrats.
Hermosa canción, Ale.
Sole
Qué lindo que es poder celebrar el esfuerzo (propio y ajeno). Gracias, Ale y Sole!
[…] This post was mentioned on Twitter by Lü Rios Benso, Alejandra Naughton. Alejandra Naughton said: De causas y azares. http://www.riosbenso.com/archives/sobre-heroinas-urbanas-e-historias-maximas […]
Muy lindo chicas, pero les sugiero usar la lengua castellana, que es bien rica en expresiones.
Basta de «cheers», de «what?», de «please», de «elevator´s pitch». Un poquito de esfuerzo y sale, eh? Porque por mas que nos la creamos, no vivimos en Nueva York, no?
Pensé en enviarles una historia, sobre todo porque me gustan sus zapatos…pero me enfriò esa actitud de incluir, incluso al pie del gran poema de Eladia esa palabreja sajona…
Y se los dice alguien que -les juro- habla seis idiomas, inglés incluido por supuesto y estudió seis años de latìn.
Sorry, take care!
Y sigan haciendo bonitos zapatos…
Hola Miriam,
Gracias por tus elogios por nuestras creaciones, y gracias por tu sinceridad. Valoramos mucho la libertad de opinión, por lo que le damos la bienvenida a tu punto de vista.
Lamentamos que te ofenda nuestro estilo, y de antemano te pedimos disculpas.
Nos gusta mucho estar en contacto con el mundo que nos rodea, conocer diferentes culturas, probar diferentes sabores, experimentar texturas, y jugar con el uso de los muchos lenguajes que componen la historia de la humanidad.
Por eso nos gusta invitar a celebrar la diferencia. Nos enriquece y nos enseña a crecer. Creemos profundamente en que desde nuestro pequeño cosmos, podemos aportar para la construcción de una sociedad de mayor tolerancia y mejor convivencia.
Desde nuestra formación en un colegio pluralista, aprendimos con ímpetu a convivir con una gran diversidad de intereses. De aquí viene nuestra tradición lingüista.
Finalmente, gracias por interactuar con nosotros. Qué lástima que no quieras compartir tu relato; seguramente podríamos disfrutarlo juntos.
Un beso!
Lü Rios Benso & Mariano Morgante
De hecho, «serendipia» no existe en castellano.
Aunque sí en inglés («serendipity»), como el don de inventar cosas sin proponérselo. Incluso había una serie americana que se llamaba así. Impecable la «adverbiación» (ahora soy yo quien inventa palabras, creo) del término.
Excelente, el relato.
Beso